lunes, 23 de junio de 2014

Y sigo pintando figurativo

Y sigo pintando figurativo. No me importa si se enoja Picasso. El 20/6/2014 realicé este dibujito para el cumple de mi amiga Ana.

Locuras de la abuela o huída a la filología

Todo empezó con un libro. Mamá terminó de leer LTI: El lenguaje del tercer Reich de Viktor Klemperer. Le pareció altamente recommendable y se lo pasó a mi abuela para que lo leyera.
Viktor Klemperer era filólogo y, tal como indica el título, su libro trata sobre el lenguaje, más precisamente, sobre como algunas palabras pueden envenenar el lenguaje y consecuentemente la mente de las personas y habilitar así sistemas como el Nazi. Personalmente me parece un poco exagerado y unilateral echarle la culpa de tanto a algunas palabras, pero vale la pena leerlo porque Klemperer argumenta de manera brillante a favor de su tesis y a lo largo de la lectura vamos enterándonos de muchas cosas sobre las que no hay información en ninguna otra parte (ni siquiere en internet!). Por ejemplo, cuando Klemperer cuenta que, por su condición de judío, su gato perdió la membresía en la Sociedad de felinos y que mataban a todas las mascotas pertenecientes a judíos por considerar que esa convivencia les había hecho perder "el espíritu de su especie" (!). Klemperer dijo algo que mamá también hubiera dicho: que también tendría que haber habido un Nueremberg por los crímenes contra los animales. 

La abuela leyó el libro. Se entusiasmó. Le dijo a mamá: - Ahora sí entiendo porque querías estudiar filología. Es más, hasta entiendo que es la filología.
Pero mucho más: Le dijo a mamá: - Vos naciste para esto. ¡Abandoná todo y dedicate a la filología!

Escuché esa palabra _ abandonar _ combinada con esa otra _ todo _ y me preocupé. ¿Qué incluía "todo"? ¿Abandonar la filosofía? ¿El hogar? Más precisamente: el todo, nos incluía a Helena y a mí?


Yo, preocupada y Helena que no se enteró de nada, durmiendo.

Esta noche, cuando papa venga a contarme una historia, le voy a decir que esta vez es mamá la que necesita que le cuenten algo. Le voy a pedir que le lea mi libro de historias bíblicas. Que le cuente sobre el paraíso de duración infinita, donde hay tiempo para todo, incluso para dedicarse a la filología.

Papá, podrías leerle las profecías de Isaías. Por ejemplo, Isaías 65: 21-22 donde dice: " 21 Construirán casas y las habitarán, plantarán también viñas y comerán su fruto. 22 No edificarán para que otro habite, ni plantarán para que otro coma.(...)". Ya puedo imaginar a mamá sonriendo mientras le dices esto. Seguro que se le ocurre una idea para una ponencia. Por ejemplo, una ponencia sosteniendo que Marx no solo no era ateo sino que se inspiró en las profecías de Isaías! Y en el Congreso se armaría un tole tole bárbaro ante semejante afirmación, que dicho sea de paso, es lo único divertido que puede suceder en un congreso de filósofos...
Y también leéle Isaías 65:25 cuando dice: "25 El lobo y el cordero pacerán juntos, y el león, como el buey, comerá paja, y para la serpiente el polvo será su alimento. No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte dice el Señor". Acá la sonrisa de mamá va a ser enorme. Tal como ella ya suponía, confirmaría que en el paraíso son todos vegetarianos, incluso los leones!   Pero papá, por favor, leé este versículo bajito. No quiero que te escuchen las plantas que están tranquilas en el balcón y piensen que el paraíso es un lugar donde todos viven de expoliar a las plantas!

Pero sobre todo, hacele hincapié en el tema del tiempo, del infinito. Contáselo todo de modo muy vívido. Que ella se pueda imaginar, por ejemplo, charlando con Klemperer sobre las hazañas de diferentes palabras buenas. Que se pueda imaginar paseando por los preciosos jardines. Que pueda sentarse en una roca (que en el paraíso son más cómodas que el más cómodo de los sillones). Que pueda incluso contemplar el tiempo inmóvil, que no pasa, que es como el telón de fondo de un escenario en el que puedes hacer todo lo que gustes. Y quizás así extrañe, incluso añore, aquellos agitados momentos en que Helena y yo no le dábamos tiempo para nada... 

   
 Lucidez de mamá y regreso a la bañera.
Sensatez de papa y regreso a la cocina. Acá descongelando el freezer.
Cordura de
 Helena Y Retorno A La Cocina. Acá Ordenando La Alacena
 Le sugiero un juego a Helena. Se llama "regresando".
Y acá estamos, poniendo cara de foto, a pedido de papa.