jueves, 9 de julio de 2015

Sigo pintando

Sigo pintando. Y más ahora que voy a clases de dibujo. De la clase, traje una serie de manchas para colgar que a mi mamá le gustó tanto que lo puso al lado de uno de los cuadros que hay en casa y me pidió que le sacara una foto junto a mi pintura. Acá lo pueden ver:
 


Después se acercó papá a mirarlo. Lo observaba con cara de estar pensando. Tenía la sensación de que se iba a poner a filosofar en cualquier momento... Pero no. Lo descolgó y lo guardó en un armario...

De la filosofía como luz que encandila o de cómo casi me quedo varada en la escuela.


Viernes. Salida de la escuela. Como todos los viernes, de la escuela voy a la clase de dibujo. Me lleva Silvia, la misma señora que retira y lleva a dibujo a una de mis amigas del jardín. Pero esta vez mi mamá se olvidó de poner la notita avisando que me iba con Silvia. La seño no sabe qué hacer. Me lleva de vuelta para adentro (Pero noooooo!!!! ¡Si hoy me tengo que ir a dibujo!!!). Idas y vueltas. Llamadas telefónicas…

Me encuentro ante la perspectiva de pasar el fin de semana con Silvia, pero con Silvia, la directora…

Finalmente me sacan de vuelta. Voy a dibujo. Cuando llego a casa, espero que llegue mamá y se lo recrimino.

Mamá dice que se olvidó de escribir la nota. Me dice que es la parte mala de tener una mamá que estudió filosofía. Y que la parte buena, no sabe (¿o no hay?). Que el mal se puede entender simplemente como una carencia de bien. Y que San Agustín y San Anselmo, entre otros filósofos medievales, estarían de acuerdo al sostener que lo que ocurrió se debió a una mera ausencia de bien.

Ante explicación tan apabullante, me quedo callada. Mamá se queda pensando en Platón y en el ansia de conocimiento verdadero. En la filosofía como luz que encandila…
Ante mi silencio, me dice: - Cami, tantos años pensando de que se trata la filosofía, tantos filósofos que se preguntaron qué es. Y quizás, después de todo, sea aquel conjunto de palabras que hace enmudecer a todas las demás, al menos, por un tiempo. Y sonrío. Y le pareció entender por qué seguía callada.


A la mañana yendo a la escuela con papá y Helena