viernes, 27 de diciembre de 2013

Iniciando a mi hermanita en la lectura de los clásicos

Todo un clásico: Caperucita Roja
 
 
Mientras mama relee la Ilíada, yo comparto con Helena la lectura de Caperucita Roja.
Les digo la verdad, me molesta un poco esa gente que lee la Iliada, la Odisea, el Ulises de Joyce, pero ni siquiera sabe la verdadera historia de Caperucita Roja. Y lamentablemente acá tengo que señalar a mamá. La primera vez que me contó el cuento de Caperucita, me di cuenta que no sabía como fue realmente la historia...
 
Les cuento. Caperucita estaba atravesando el bosque por el camino que conducía a la casa de su abuelita, cuando se cruzó con el lobo. Hacía mucho calor y el lobo le preguntó si le podia dar un vaso de agua. Caperucita le dijo que no, que solo llevaba pastelitos para su abuelita, pero que podían ir juntos a lo de la abuela y pedirle agua. El lobo le dijo que él se adelantaba porque tenía realmente mucha sed...
Cual fue la sorpresa de Caperucita cuando minutos más tarde llegó a lo de la abuela y vio a ésta con un cuchillo tratando de matar al pobre lobo para comérselo... Caperucita se opuso ferozmente a la actitud de su abuela e impidió así que lo matara... El lobo se fue transpirado, pero vivo...
Y ahí empezó una discusión entre Caperucita Roja, que era vegetariana, y su abuela. Caperucita decía que todos los animales tenían derecho a la vida (humanos incluidos) y la abuela, decía que no... 
Por ahí pasaba un cazador que escuchó la discusión. El cazador entró a defender el punto de vista de la abuela. Le dijo a Caperucita que Dios creó a los animales para ser dominados por el hombre, que lo dice hasta la Biblia en Génesis 1:26, donde se otorga al hombre la podestad para que "...señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra."
Caperucita contestó que eso es para la condición del ser humano caído, expulsado del paraíso terrenal porque en el jardín de Edén Adán y Eva se alimentaban solamente de frutos. El cazador se quedó sin saber que contestar, pero ahí intervino categóricamente la abuela: "Está bien comer lobos, porque los lobos comen personas.
Caperucita comenzó a reírse, les dijo que eso era tan inverosímil, pero tan inverosímil que no había sucedido nunca, nunca ni siquiera en un cuento...
Y riendo se fue.
La abuela se quedó con la palabra en la boca y con toda la furia. Con el cazador quedaron en seguir viéndose para pensar como demostrarle a Caperucita que estaba totalmente equivocada.
Al final la abuela tuvo una idea. Le dijo al cazador: Caperucita dijo que los lobos no comen personas ni en cuentos. Voy a escribir un cuento donde un lobo come una persona. Más precisamente: la come. La come a ella. Y me come a mí también, pero por culpa de ella.
Y se puso a escribir una historia. Una historia parecida a esa que mi mama cree que es la verdadera historia de Caperucita.
Al cabo de unos días la tenía terminada. Le dijo al cazador: la voy a hacer publicar, la publico aunque se me vaya toda la jubilación en eso. Y en el cumpleaños de Caperucita, le regalo el libro. Ya pensé la dedicatoria: "Caperucita, al menos en los cuentos, sucede".
Y la verdad que por ser la primer historia que escribía en su vida, era una gran historia, una historia que tenía un montón de cualidades que complacían, al menos a la abuelita: Caperucita quedaba como una cabeza hueca que andaba cantando y juntanto florcitas en un bosque peligroso, era una hija que desobedecía a la madre, el relato echaba sombras de duda sobre una madre tan cómoda o irresponsable que mandaba a su pequeña hija a cruzar el bosque sóla, el padre era un gran ausente y la abuelita... la abuelita era la salvadora, el único miembro valorable de la familia. Es que en la version de la abuelita, cuando ella y Caperucita estaban en la panza del voraz lobo que las había comido de un solo bocado, la previsora abuelita sacaba un cuchillo que tenía en el bolsillo del delantal, así abría la panza del lobo y gracias a ella se salvaban. El cazador ni aparecía...
El cuento estaba terminado y solo faltaba publicarlo. Días más tarde, el cazador pasó por la casa de la abuelita y le dijo que no hacía falta que gastara plata en editar un libro. Un tal Charles Perrault, que vivía en Paris, estaba recopilando leyendas de la tradicción oral de diferentes regiones. La semana siguiente el tenía que ir a París y podría llevarle el cuento y decirle que se trataba de una leyenda propia de su region...
Mientras viajaba a París el cazador leyó el cuento. No podia creer que la abuelita ni lo nombrara. Así que decidió cambiar el final. Ya no era la abuelita la que abría la panza del lobo sino que era él, que veía al lobo rechoncho durmiendo en la casa de la abuelita, el que las rescataba...
Charles Perrault le agradeció al cazador por acercarle la historia. Le pareció tan interesante que fue el segundo cuento en aparecer en su libro "Cuentos de mama oca".
Cuando llegó el cumple de Caperucita, la abuela fue al pueblo a comprar este libro. En la primer página escribió: "Leé el segundo cuento. Ahí sucede."
 
Cosas de la vida que una abuelita manipuladora, egocentrica y caprichosa nos siga haciendo el cuento hasta ahora.
 
 
 
       
    
 
 


No hay comentarios:

Publicar un comentario