miércoles, 8 de mayo de 2019

Helena ya está entrenada


Papá repite: tenés que entrenar a las nenas, tenés que entrenar a las nenas.No pueden ser que estén como ballenatos frente la tele o jugando con la tablet mientras vos barrés, lavas los platos y los secas. Si estuvieran estudiando, te acepto que no ayuden en nada. Pero están tiradas, sin hacer nada útil.

O en esta otra versión más reducida:  si se acostumbran a no hacer nada, después van a tener problemas con el marido o con quienes convivan. Hay que entrenarlas.

Mamá se niega a entrenarnos, al menos en ese término. A mamá le desagrada la palabra “entrenar”. Le parece apropiada solamente para el gimnasio o el ejército.

Y nosotras nos resistimos. Desconfiamos de la dicha de ser hacendosas. Es lindo ver a mamá lavando los platos y a papá secarlos, verlo de reojo mientras miramos tranquilas la tele. Erasmo escribió Elogio de la locura, Eloy Martínez, Elogio de la culpa y Hele y yo vamos a escribir Elogio del ocio, seguramente de ahí surgieron los mayores logros de la humanidad aunque papá no lo crea.

Quizás por eso nos sorprendió a todos cuando Hele dejó de mirar la tele, se levantó, agarró un repasador con decisión, fue derechito a la cocina y le dijo a papá muy seria: - “Mamá no tiene que hacer nada. Vos tenés que hacer todo y además darle mucha plata”. Y volvió a seguir mirando la tele.

Papá y mamá se miraron. No se dijeron nada. Pero si los ojos de mamá hablaran, seguramente le hubieran dicho: “¿Viste como las entreno?”.

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