miércoles, 2 de mayo de 2012

Camila, la jefita

Dos añitos. Ya un poco más de dos añitos y sigo siendo la jefa. Todavía decido si es una buena idea o no mirar dibujitos en la tele a la madrugada. Si los platos sucios se lavan hoy o quedan para mañana. Me contaron que antes de que viniera yo a poner orden, esta última cuestión podía incluso ser motivo de discusión entre mis padres. Pero por suerte llegué yo. No logro entender, y quizás nunca lo haga, a esa gente que el asigna una connotación negativa a la palabra jefe o jefa. En realidad los jefes son una bendición del cielo. Es contraproducente que todos puedan mandar y es mejor cuando sólo una persona lo hace. Eso pone orden, acaba con las infinitas argumentaciones y contraargumentaciones. Todos pueden tener razón o pueden tener razón los otros, esos que no deciden, pero lo más práctico es que haya una jefa. No sólo es necesario en el día a día, también es bueno y conveniente. Obviamente no estoy de acuerdo con los diggers ni con ninguno de los que, después de ellos y desde una u otra ideología, se opusieron a toda jerarquía.
Seguramente mis padres estarán de acuerdo conmigo (yo se los mando!)
Camila

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