Con sólo una semana mi mamá lo intentó. Me puso el chupete. Llámese así a un artefacto creado para mantenerte calladita, sin posibilidad de protestar ni de quejarte y bien engañada al darte la sensación de que estás succionando, alimentándote y en contacto con tu mamá cuando nada de eso es verdad.
Yo sorbí dos veces, vi que de la cosa no salía nada de leche (ni de nada) y, ni lerda ni peresoza, lo escupí.
Antes ya había escuchado al médico decirle a mi mamá sobre el coso (sí, coso, no se merece otro nombre): "sirve para que se sienta más tranquila". Frase ambigua: ¿quién más tranquila? ¿Ella o yo?
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No, por suerte, no volvió a intentarlo más.
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